Sábado, once de la noche y estás sin
duchar, sin cambiar ni afeitar. Has quedado a las y media pero no
estás preocupado, sabes que tus amigos están igual y que van a
llegar tarde, así que empiezas a arreglarte. Bueno arreglarte, sabes
que lo tuyo no tiene arreglo, estás cansado de siempre la misma
historia; el botelleo de los sábados era la excusa para juntarse
todos, pero ahora somos mayores, bebemos desde el principio en los
bares. ¡Qué nivel!
No tienes grandes planes para la noche
y sabes que nada bueno pasará después de las dos de la madrugada,
pero una vez que has empezado a beber, es tontería recogerse. Tu
dignidad ya ha ido cayendo por los suelos, así que un poco más no
va a importar nada.
La noche siempre empieza bien: risas,
historias y mucha cerveza. Vamos recapitulando la semana, aunque cuando se
acaba el tema de conversación, como casi siempre, recurrimos a
antiguos temas que nunca pasan de moda y siempre hay algo nuevo que añadir. Somos una panda de marujones, sí, pero nos lo montamos
bien.
Y ahí estás tú, apoyado en la barra,
notando como la música poco a poco se va degenerando, al mismo
tiempo que poco a poco vas sintiendo el ritmillo en el cuerpo y no
paras de levantar el pie al compás de la musica, que ha pasado de
rock and roll a electro house.
Pides otra cerveza y cuando te la
terminas entras en el aseo, ves tu reflejo y descubres que estás más
desmejorado de lo que en verdad creías. A parte de que ya ni te
vistes ni te peinas como lo hacías antes, llevas ahora esos
coloretes tan propios de haber bebido un poco más de la cuenta. Los ojos se
empiezan a achinar, y eso sabes que es por la falta de sueño y el
desbarajuste de horario que poco a poco has ido creando tú mismo por
culpa de la universidad.
Vuelves a unirte con tus amigos y
cuando de forma involutaria giras la mirada la ves, allí está ella, con sus
amigas, para variar. Siempre has pensado como una tía así puede juntarse con tal
peña, cada una con gustos tan diferentes y raros. Supongo que ella
pensará lo mismo de mi y de mis amigos, que somos una panda frikis.
Lo gracioso de todo, es que lleva razón.
Vuestras miradas se cruzan y no sabes
que hacer, eres muy valiente por las redes sociales pero ahora en
persona sientes como las piernas te flojean... Así que te decides a
pedir otra cerveza, para hacer tiempo y pensar qué decir.
Se han acabado,me dice el camarero.
Todos los sábados pasa lo mismo, piensas tú, ¿por qué no
comprarán un par de cajas más y las meten al congelador? Si sabes
que siempre se acaban gastando.
Así que te armas de valor y sin nada
en las manos que sujetar o con lo que refrescarte el gaznate, te
peinas un poco como puedes, te frotas los ojos para intentar que se
te abran un poco ¿y qué haces?..
...Vas.
Pedro David Dato
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