jueves, 6 de junio de 2013

Entre fichas


     Después de años y mucho tiempo pensándolo, cuando menos lo esperaba y aún así a mi temprana edad, acabo de darme cuenta qué es la vida. 
     Muchos escritores, filósofos y gente en general ha escrito acerca de ella, y sobre lo que es.
     La vida puede ser sueño, alegría, fantasía, technicolor.. Pero si algo es esta vida, es ni más ni menos que un cúmulo de movimientos en los que hay que salir victoriosos.
     La vida es nada más y nada menos, que un tablero de ajedrez. Y yo, al igual que cada uno de vosotros en vuestra vida, soy el rey.

     Delante de todo tenemos los peones, ese gran grupo de amigos con los que todos empezamos, en los que uno sólo no sirve de nada, pero juntos forman una barrera indestructible, una barrera la cual es muy difícil superar. Fieles amigos desde el principio, que poco a poco se van separando cada uno por su lado a lo largo del tablero.
     Conforme pasa el tiempo, cada uno empieza a tomar sus decisiones, su futuro y va eligiendo su forma de vivir la vida, y su separación es lo que acaba creando su propia destrucción.
     Mientras algunos son balas perdidas que viajan sin rumbo ni norte acaban en lo más abajo de la caja los primeros, otros, sin embargo, son completos luchadores, que con valor y entrega han sobrepasado todas las pruebas que le han ido aconteciendo y tras una ardua tarea acaban llegando al otro extremo del tablero, cumpliendo sus más anhelados sueños, convirtiéndose en lo que siempre han querido ser, una pieza importante, un triunfador.

     En las esquinas del tablero tenemos a las torres. Uno de los pilares fundamentales de la partida, esos amigos que lo dan todo por ti. Unos guerreros natos, capaces de recorrer largas distancia sólo por ayudarte. Incluso son capaces de enrocarse si es preciso. Te cambian el sitio por ayudarte, por asegurarse de que estés a salvo, haciendo todo lo que sea posible por ti. Esas torres, son tus mejores amigos, sin los que no podríamos vivir. Al principio alejados pero pronto estarán cerca de ti, con el único fin de hacerte el camino más fácil. Son torres, pero a la vez son pilares, los pilares más rocosos y fuertes de tu vida.

     Junto a las torres nos encontramos a los caballos, esas piezas de forma tan bonita y delicada, pero a la vez tan enigmática. Los más infravalorados sin duda, nunca sabemos de que pueden ser capaces, para donde van a tirar ya que al menor descuido pueden hacer un movimiento maestro por el que sacarte de un buen apuro.      
     No son las piezas que más nos ayuden, pero siempre están ahí, facilitándote el trabajo, saltando por encima de cualquiera nada más que por ti, por ayudarte. Son capaces de lo más sorprendente.
     Por lástima algunas veces sacrificadas para salvarte el cuello, un despiste te deja sin caballos, te deja sin sorpresas en la vida.

     Pegados a ti y a la reina, están los alfiles, las piezas más raras que encontramos en el tablero. Fiel consejero, escurridizo e intrigante, capaz de darte una alegría desde el primero momento efectuando un buen Jaque Mate Pastor.
     Siempre al lado tuyo y de la reina para ayudarte en lo que sea preciso. Escurridizo a la par que solitario, ya que sólo se mueve en una sola línea, demasiado sacrificado algunas veces, pero si nos quedamos sin alfil, nos quedamos sin ese amigo que te diga: para, que aquí, estoy yo, no te muevas.

     Pegado a ti, a tu vera está la dama. Más que tu dama es tu reina, tu aliada, tu alma gemela, la que más capacidad tiene para moverse por toda la partida, la que más vueltas da a lo largo de tu vida, es capaz de realizar los movimientos más largos y más complicados que se pueden hacer en una partida, los puede hacer todos. Asesina sin piedad y te ayuda como nadie, pero lo que está claro, es que no se puede afrontar una vida sin una reina. Ella lo es todo para ti, la que más movilidad te da, la que más alegrías da al ganar. Pero sobre todo, por la que más lloras, sufres y te arrepientes por aquel movimiento tonto que hiciste, el que te dejó sin ella, un error que pagarás para siempre, hasta el final de tu partida.

     Algunos afortunados dicen que vieron a una segunda reina aparecer, que era una amiga que estaba al principio de la partida contigo. Era un peón que ha superado todas las pruebas del camino con el único fin de convertirse en lo que siempre ha querido ser, una reina, y lo bueno es, que si esa segunda reina aparece te ayudará a ganar la partida. La vida te ha dado una segunda oportunidad y hay que aprovecharla. Ella ha padecido mucho por estar ahí donde está, y te das cuenta que no todo estaba perdido, ha aparecido alguien a quien llevabas mucho tiempo sin ver, y te ha salvado la vida.

     Y por último estás tú, en el centro, eres el Rey de todo, viendo como todo el mundo ha luchado y lucha por ti. Como muchos han caído en el intento o se han sacrificado con la única intención de abrirte paso.
     Al contrario que el resto de fichas, tu vida va lenta, paso a paso, intentando no encerrarte. Sobreviviendo a los ataques rivales con el único propósito de no caer en el tablero. Siempre caminando paso a paso, lento y seguro. ¿Qué más da un paso atrás y retroceder si luego te ayudará a salir victorioso? Así que lucha y aférrate a la vida, como todos tus compañeros han hecho. Lucha hasta el final.

     Pero una cosa es segura, un rey sólo contra todos no puede hacer nada, necesita de ese grupo de gente que está alrededor para hacerte la vida más fácil, con ellos la victoria está asegurada y sin ellos, date por vencido, la partida está acabada. 
Jaque Mate.

Pedro David Dato
La vida es juego