Cada día nos levantamos de una forma diferente de la cama, nos despertamos cansados, con ganas de apagar el despertador y dar otra vuelta más en la cama. Pero esto no siempre podemos hacerlo.
Hay días en los que nos levantamos motivados para hacer nuestras cosas, has quedado con los amigos para echar un partido y tomar unas cervezas después, tienes planes con tu novia, con la chica que te gusta, o simplemente por pura rutina; por ir a esa oficina, a esa clase o ese trabajo repetitivo y diario del que no podemos escapar.
Es imposible negarse al mundo de la rutina una vez que lo has alcanzado, es algo que ya se ha introducido en tu vida y no se puede hacer nada para evitarlo, por supuesto que habrán días buenos, días en los que te llevarás sorpresas y risas, y otros muchos en los que estarás deseando que termina la jornada para volver a casa y pillar el sofá como el rey que eres, (o al menos que te crees).
Tu felicidad puede ir variando a lo largo del día, si te levantas con una sonrisa que hasta el mismo sol se sienta ofendido por eclipsarlo nadie tiene derecho a quitártela, pero hay días en lo que todo cambia...
El fatídico despertador suena y tras varios aplazamientos en las alarmas sientes que ya es la hora de mover el culo, pero esta vez, nadie te va a joder el día.. Pero eso, queramoslo o no y siendo realistas, puede acabar pasando y sientes como la sonrisa con la que te has levantado se va desvaneciendo poco a poco, la curva en la sonrisa que llevabas al despertarte ha cambiado y no ha sido por tu culpa.
Y es el momento de llegar a la cama, la única que tiene la solución a todos tus problemas, en la que has pasado acostado un tercio de tu vida, la que te ha acompañado toda tu vida, la que sabe todos tus problemas. Tu cabecera es el reflejo de tus problemas, puedes dormir abrazado a ella, pensando que es la persona con la que quieres estar en ese momento o el resto de tu vida, o puede por contra que ni puedas tocarla, tu cabeza da demasiadas vueltas a la vez que tu cuerpo imita el movimiento de un lado para otro.Como para tener algo entre los brazos que no quieras reventar o aplastar..
Mi querida cama; has sido mi compañera toda mi vida, lo sabes todo sobre mi y yo aún sin saber nada sobre ti, te dejo que me lleves a donde quieras, a los sueños más felices o más tristes, todo a tu imagen y semejanza.
No me respondes a ninguna de mis preguntas y yo aún así te sigo contando todas mis penas, te sigo abrazando y te abrazaré siempre, o por lo menos hasta que aparezca la persona con la que quiero dormir abrazado.
Eres la que me has visto despertarme con esa sonrisa y acostarme con lágrimas. Sé que no me hablas pero que a la misma vez entiendes todo lo que te digo, sólo te diré una cosa y espero que te quede claro, da igual como empieces el día. Pero que nadie te quite una sonrisa antes de irte a dormir, porque no hay nada más grande y más feliz, que irse a la cama con una sonrisa de oreja a oreja.
Pedro David Dato
Hablando solo
Me gusta Pedro, emocionante homenaje a los momentos íntimos junto a la almohada.
ResponderEliminarUn saludo
TBTomás