Era otra noche más de viernes, el mismo bar de cada fin de semana, la misma gente, la misma imagen de siempre y ésa música, ésa música remezclada y pinchada tantas y tantas veces por tantos djs, que ya no sabes cual es la original, y que siempre que comienzas a cantarla, hay alguna parte en la que te equivocas.
Entras, y pides lo de siempre, esas jarras de cerveza con las que intentas animar la noche mientras pasas un rato agradable con los amigos de toda la vida, pero hay algo que hace cambiarlo todo, y está al final de la barra, ella.
Sabes como se llama y estás seguro de que ella también sabe tu nombre, tenéis prácticamente vidas paralelas aunque apenas hayáis cruzado 2 palabras en toda la vida. Lo que es claro es que ahí está, de la misma forma que tú has entrado, con su grupo, con sus amigas y tomando como tú otra cerveza. No paras de mirarla de reojo mientras intentas seguir con la conversación que tienes con tus amigos aunque en realidad hace tiempo que ya no sabes ni de que están hablando... Así que te disculpas y vas al baño, sin ganas, solamente por el hecho de verla un poco más cerca, ralentizas el paso para verla durante más tiempo y apreciarla mejor y en ese momento la cabeza no para de darte vueltas, estás deseando acercarte y decirle, termínate eso y vente conmigo también pasa por tu cabeza invitarla a otra ronda, ser amable, honesto mostrarte como en realidad eres, o como ultima opción acercarte haciéndote el borracho solamente para robarle dos besos..
Pero nada de eso pasa, cuando te das cuenta estás en el aseo, con el pene al aire destilando birra, y al salir ella ya ha desaparecido, sabes que ha sido hace poco porque aún sientes su olor, pero tu momento ya ha pasado, así que te acercas de nuevo al bar y le dices a la camarera: ponme otra caña.
Pedro David Dato
En estado de espera...
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